Caos, emprendimiento y Saint-Exupéry


En el último año, Julián y yo hemos visto bastantes proyectos de nuevas empresas tratando de llevar al mercado inventos o nuevas soluciones. La mayor parte de los proyectos contaban con memorias redactadas para su presentación a distintos tipos de ayudas tanto a nivel del País Vasco, como estatal y europeo.

Este tipo de memorias pueden ser un sano ejercicio de reflexión. Cualquier empresa de base tecnológica debe ser capaz de hacer un alto en el camino para poner orden en lo que va aprendiendo y planificar cómo va a seguir haciéndolo.

Estas memorias son un pésimo ejercicio cuando se convierten en un fin en sí mismo, pensadas con el exclusivo ánimo de conseguir la ayuda y «para quedar bien en la foto», es decir, ante el evaluador.

Desgraciadamente, parece que el primer tipo de memoria tiene menos probabilidades de conseguir una ayuda que las del segundo.

Y, sin embargo, este segundo tipo de memoria no resiste literalmente cuatro horas de entrevista en las instalaciones de los emprendedores (a veces, incluso menos). La memoria hecha para la ayuda queda muy bien en papel. Todo está muy bien documentado, sobre todo, la oportunidad. Pero, por ejemplo, cuando preguntas por el nombre y apellido de los agentes o de los empleados de los agentes, empiezan los problemas. En los casos, donde se conoce a los agentes, cuando preguntas cuántas veces se han reunido con ellos y dónde están los informes o actas de esos encuentros, el silencio es la respuesta. En este tipo de proyectos, en general, nadie ha estado con ningún cliente potencial o colaborador; ni se conocen a los proveedores. En el mejor de los casos, los clientes potenciales, o los proveedores, resulta que son conocidos de los emprendedores y de poca monta para el pretendido nuevo negocio.

Las memorias del primer tipo, las que sirven de reflexión, son memorias que quedan mal en papel. Reflejan el caos. El mundo es desordenado, ineficiente e ineficaz y esto es lo que refleja la memoria. Cuando Schumpeter hablaba de la destrucción creativa, hablaba de esto. Cuando Bill Aulet imagina al emprendedor como un pirata, habla de esto. La innovación más radical es la que destruye el orden actual tratando de crear un nuevo orden. Y el camino es caótico.

Rita Günther McGrath escribió un libro llamado «Discovery Driven Growth» tratando de ayudar a los emprendedores en este proceso de aprendizaje y reordenación del caos. Este libro es precursor del más popular «Lean Startup«. Lo importante del proceso emprendedor no es el plan de negocio, es el aprendizaje. Y la memoria de una empresa de base tecnológica debe reflejar lo que sabe y, sobre todo, lo que no sabe y debe aprender. La memoria refleja cómo va a seguir aprendiendo y qué resultado se puede esperar de ello.

Entre la documentación de una empresa de base tecnológica bien orientada a la tecnología y al mercado, debemos encontrar informes de visita, fotografías con agentes, fotografías de instalaciones de los agentes, dibujos, croquis, esquemas, grabaciones de entrevistas, vídeos, páginas web de la competencia, entradas de blogs de lead users, y un largo etcétera. De vez en cuando, es bueno poner orden, reflexionar y redactar una memoria.

Este tipo de memorias son también un ejercicio de humildad. Debemos reconocer que desconocemos casi todo. También, debemos reconocer que la mayor parte de las variables de las que depende nuestro éxito, son ajenas a nuestra capacidad de decisión y acción. Por lo tanto, muchas veces más que hacer, hay que decidir cómo aprovechar los vientos favorables y cómo evitamos las tormentas.

Finalmente, una buena memoria de una empresa de base tecnológica es también un ejercicio de síntesis. En un libro de Henry Mintzberg sobre estrategia, se citaba a Antoine de Saint-Exupéry, el autor de «El principito«. Saint-Exupéry era un aviador consumado y escribiendo sobre el diseño de aviones decía que la mayor sofisticación se alcanzaba no cuando nada más podía ser añadido, sino cuando nada más puede quitarse.

Una memoria de una empresa de base tecnológica debe sintetizar el caos que supone el pasado y los retos de aprendizaje del futuro, de una manera sencilla para que todo el equipo pueda orientarse de manera inequívoca. Estas memorias merecen la pena.

Las demás, por San Juan, a la hoguera.

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