Desde hace unos meses sigo a un Jesuita en Twitter @jmolaizola cuya actividad es muy interesante y da que pensar.
Hoy ha publicado un par de reflexiones interesantes:
Muy en la línea de lo que en su día escribí en «Dirigir es responsabilidad y servicio».
Y ha añadido este otro tuit que me parece inspirador:
Yo creo que esto tiene traslado directo al mundo de la empresa. La empresa que intenta hacer mejor la vida es la que debe ser preferida por los clientes y, por tanto, prosperar y crecer.
Y, sin embargo, hay muchas empresas que prosperan y crecen y, sin embargo, no hacen mejor la vida; en realidad, la hacen peor. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es posible que haya escándalos como Volkswagen o Telecinco sea una empresa líder de mercado con la programación que propone?
Adela Cortina es catedrática de ética de la Universidad de Valencia. Ayer se publicaba una entrevista en «El Español» donde, entre otras declaraciones interesantes, decía que «No hay ninguna sociedad que viva sin valores. Sigue habiendo valores. La pregunta es qué valores hemos puesto en primer lugar y cuáles hemos relegado.»
En mi opinión, los valores que practicamos como sociedad son «adolescentes». Tenemos políticos adolescentes; jubilados y trabajadores adolescentes; empresarios y directivos adolescentes. La culpa siempre es de otro. La responsabilidad siempre es de otro. Yo tengo derecho pero no me exijas obligaciones. El poder es para presumir (y en algunos casos para aprovecharme) pero no para servir.
Creo que aquí está el núcleo de nuestros problemas económicos, entre otros. Como consumidores compramos productos y servicios «adolescentes». Y exportamos, si podemos, productos y servicios «adolescentes»; siempre que haya mercados donde esto se valore, por supuesto.
Si los clientes españoles queremos consumir por encima de todo, empresas «low cost» tendrán éxito aunque paguen salarios de miseria en países más pobres y no creen empleo. Si los clientes españoles queremos aparentar lo que no somos, los vehículos poco o nada ecológicos pero con marca «de prestigio» y baratos, tendrán éxito. Si los clientes españoles queremos «pasarlo bien, distraernos y olvidar nuestros problemas», programas como «Gran Hermano» o «Sálvame» serán líderes de audiencia.
La solución a todo esto es conocida. Se llama educación. Necesitamos una educación donde se cambie la prioridad de valores «adolescentes» a valores «maduros». Y necesitamos recordar que educamos y transmitimos valores en todos los ámbitos de la vida: la familia, la escuela y la sociedad.
Cuando una sociedad vive y decide desde la madurez, genera líderes serviciales y empresas que intentan hacer la vida mejor. Estoy convencido.