Ahí fuera, en el mercado, las empresas y profesionales luchan por cada venta, por cada euro que se pueda ganar. También se le llama competir.
Las empresas tratan de defender su participación de mercado porque de ello depende su futuro. También los puestos de trabajo dependen de ello.
Y esto es así en España, en Colombia, en Estados Unidos, en Alemania, en Mali, en Japón y en Burkina Fasso. De igual modo sucede en Australia, en Turquía, en Finlandia, en Senegal, en México y Brasil. También se compite así en los más de cincuenta países donde me ha tocado vender
Las empresas tratan de defender su participación de mercado diferenciando productos, gestionando los medios de producción, tratando de controlar la distribución, haciendo publicidad e innovando; comprando y vendiendo y, por supuesto, cobrando . También protegiendo su innovación contra las copias.
En esta economía de mercado, las empresas excelentes de todo el mundo defienden la participación de mercado y eso ayuda a defender los puestos de trabajo.
¿Qué pensarían de un director general que no defendiera su posición en el mercado? ¿Y de un director que no exige salir a vender a sus vendedores? ¿Y de un director que no presta atención a los medios de producción? ¿Y si no controla que se cobra lo que se vende? ¿Qué pensaríamos de un director general que no proporciona a sus trabajadores los medios, la formación y la remuneración adecuada? ¿Querríamos trabajar con alguien así; alguien que no cuida su participación de mercado por descuidar los detalles que ayudan a defenderla?
Una de las manera de erosionar la participación de mercado del competidor es copiando. Las buenas patentes evitan la copia y permiten a la empresa innovadora crear y sostener su participación de mercado. Y también los puestos de trabajo.
¿Qué pensarían de un director general que no utiliza las patentes para proteger sus innovaciones?
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