«Estructura es lo que dura
y lo demás es coyuntura»
José Luis Sampedro
En este país, las empresas y organizaciones con ánimo de lucro tienen muy mala prensa. Como si el beneficio fuera pecado y malo en sí mismo. Creo que esto es equivocado.
Lo primero que hay que saber es que el beneficio es una consecuencia. Si una empresa hace las cosas que necesita y desea comprar la gente y lo hace bien, tendrá beneficio.
Lo segundo que hay que saber es que el beneficio no es lo más importante. Es necesario para la supervivencia de la organización pero, en este país, es muy habitual que el beneficio sea insuficiente para tener rentabilidad. Cuando la rentabilidad es escasa, se sobrevive pero no se puede generar crecimiento ni riqueza.
Lo tercero que hay que saber es que la rentabilidad no es lo más importante. Desde un punto de vista económico y financiero, lo más importante es que la organización genere exceso de tesorería. La tesorería es lo que permite pagar bien al trabajador, invertir para contratar nuevos empleados y generar más bienes y servicios para la sociedad. Y el exceso de tesorería es lo que permite no cerrar una empresa u organización en situaciones complejas como la que vivimos ahora.
Si no hay beneficio, no existe rentabilidad y si no hay rentabilidad no se genera exceso de tesorería.
Y da igual quién sea el propietario de la empresa u organización. Esto vale para Amancio Ortega, Jeff Bezos y para el partido comunista chino que, por cierto, lo ha aprendido y lo aplica muy bien.
No creo que las empresas deban maximizar el beneficio ni la rentabilidad. No es su principal función.
Julián fue el primero que me hizo ver que una cosa es no tener ánimo de lucro y otra muy distinta es tener ánimo de quiebra.
Cuando el beneficio es malo, no se persigue ni el beneficio ni la rentabilidad y se cae en el ánimo de quiebra. La quiebra de una organización económica se produce cuando no hay beneficio ni rentabilidad y se acaba gastando más de lo que se ingresa. La organización no crea exceso de tesorería. Al contrario, consume mucha tesorería.
Las organizaciones con ánimo de quiebra tienen múltiples efectos colaterales negativos como el comprar barato maltratando a sus proveedores que suelen verse abocados a generar empleo de muy baja calidad y precario. En empresas privadas como equipos de fútbol, los accionistas minoritarios son estafados. También es habitual que los directivos de estas organizaciones con ánimo de quiebra no sean excelentes, mayormente sean pedigüeños y, en no pocos casos, corruptos.
Para que una organización económica con ánimo de quiebra no desaparezca, es necesario que venga alguien a rescatarla: nuevos socios, el Estado, un jeque árabe que pase por allí, un adinerado ruso que se enamore del proyecto o los «Estados Frugales». Si nadie la rescata poniendo dinero, la organización termina desapareciendo.
Una organización económica o empresa con ánimo de quiebra necesita cambiar su estructura y tener ánimo de lucro. Si no lo hace, estará abocada a ser rescatada periódicamente hasta que los rescatadores se cansen o se acaben.
Una estructura con ánimo de quiebra durará lo que quieran y puedan sus rescatadores, distribuyendo miseria mientras malvive.
Una estructura con ánimo de lucro perdurará mientras goce del favor de un número suficiente de clientes que quieran comprar sus bienes y servicios.
Personalmente, prefiero trabajar con organizaciones con ánimo de lucro dando servicio a clientes reales con necesidades concretas y no con organizaciones con ánimo de quiebra.