La semana pasada estuve en Viena en un programa del MIT sobre el negocio de la cultura.
La experiencia ha sido extraordinaria tanto por las actividades organizadas como por los participantes en el programa. Las lecciones que me he traído son innumerables.
Hay una anécdota que no me resisto a compratir. Estuvimos con un músico de la filarmónica de Viena que nos contó una anécdota que se tiene como cierta aunque no está demostrado.
La historia es la siguiente. Cuando murió Karajan, director titular de la orquesta filarmónica de Berlín, los músicos debían elegir a su sustituto. Había dos candidatos: Claudio Abbado y Riccardo Muti. Los maestros de la filarmónica eligieron finalmente a Abbado. Dio la casualidad de que aun quedaba un concierto contratado con Muti. Éste, no muy contento con la elección, se mostró distante y no dio ningún tipo de instrucción, como es habitual, antes del primer ensayo. Ese día, Muti se subió al podio, abrió la partitura y comenzó a dirigir. Ningún músico tocó. Uno de los maestros más veteranos le dijo al célebre director: «Maestro, así es como suena un director cuando no tiene orquesta».
Creo que Mutti entendió la lección tal y como se demuestra en el siguiente vídeo aunque sacó sus propias conclusiones:
Para pensar.