Este año me ha sorprendido el gran revuelo que ha habido en varias ciudades españolas a cuenta de las cabalgatas de Reyes Magos. La verdad es que no he perdido mucho tiempo en informarme sobre el tema. El revuelo era evidente en las redes sociales y es difícil no haber sido consciente del mismo. En todo caso, me he resistido y me resisto a dedicarle un minuto a profundizar en el asunto. No deja de ser una anécdota aplicada a un ámbito de muy escasa relevancia donde unos cuantos quieren hacer ruido para seguir promocionándose.

Me parece increíble que en España todo tenga que estar tutelado por unos políticos, en buena medida mediocres e incompetentes.

Me preocupa bastante más que la anécdota es un indicio de los principios y convicciones de estas personas. Estos políticos parecen no fiarse de las personas que las han elegido para esos cargos. Por lo visto, necesitan controlarlo todo y hacerse la foto. Parecen tener miedo de la libertad de las personas y creen que deben decidir y supervisarlo todo. También parece que pocos de estos políticos han pensado en los auténticos protagonistas de la fiesta: los niños.

Una vez más me parece que los actuales políticos están más preocupados por el poder y sus prebendas que por el servicio a los ciudadanos que debe ser el auténtico sentido de su trabajo. Y no creo que sea sólo un problema de políticos españoles.

Es una pena que nuestros políticos europeos hayan olvidado que los dos principios fundamentales de Europa son la libertad y la defensa de los débiles. En base a esos principios, hay que desarrollar el servicio al ciudadano. Sin embargo, el miedo y el oportunismo los han sustituido y el servicio al ciudadano desaparece por el camino. Desgraciadamente, los mandatarios políticos actuales en Europa parecen desear súbditos pero no ciudadanos.

Conviene recordar que los auténticos líderes no temen la libertad de sus colaboradores. Los auténticos líderes hacen posible que surjan nuevos líderes. Y esto vale para el Estado y para las empresas.