Esta tarde he estado en la presentación del libro de Javier Uriz «La creación de riqueza en la empresa española». En la presentación, han participado los alumnos de segundo curso de ADE (Administración de Empresas) de la Deusto Business School en San Sebastián. Estos han hecho un comentario del libro desde su propia percepción de la actual situación.
Me quedo con dos afirmaciones que han hecho especialmente profundas. Con una estoy de acuerdo y con la otra, no tanto.
La primera afirmación es «Las empresas españolas no son atractivas para los jóvenes bien formados». La segunda es «Falta de empleos acorde al nivel de formación».
Creo que, en general, las empresas españolas son poco atractivas. El diagnóstico se conoce: empresas pequeñas, poco profesionalizadas, con productos poco diferenciados, participaciones de mercado marginales, muy enfocadas a la supervivencia y con poca capacidad de negociación. Empresas que no pueden ofrecer más que un empleo precario y mal pagado. No es raro que los universitarios tengan que marcharse al extranjero en busca de mejores empleos.
La segunda afirmación es consecuencia de la primera «Falta de empleos al nivel de formación». Y sin embargo, no estoy de acuerdo con ella. No estoy de acuerdo con el enfoque del universitario en su estrategia para entrar en el mundo del trabajo. Creo que el universitario no debe buscar un empleo; creo que debe buscar retos. Al salir de la Universidad, no se trata de «colocarse», se trata de aprender de la realidad; por cierto, sin abandonar el «aprendizaje de los libros». Y para aprender, mi experiencia me ha enseñado que enfrentar retos y resolverlos es una manera muy eficaz. Es decir, el recién licenciado debe buscar empresas, empresarios u organizaciones que retan a las personas. En mis primeras experiencias laborales, mis empresarios me retaron, me dieron libertad para enfrentar los retos y no me abandonaron; me acompañaron y dirigieron, que no mandaron, en la consecución de los retos. Y se debe pagar al nuevo trabajador en función de su valía y del reto que enfrenta.
Ahora que soy mayor, me busco los retos, me los auto impongo y, de vez en cuando, enredo a otros. Retándolos, contribuyo a que se creen su propio trabajo y modo de vida.
Iñigo.
En la línea de lo que comentas las empresas españolas podrian ser atractivas si se diese la oportunidad a estos jovenes bien formados de transformarlas de empresas del siglo XX a empresas del siglo XXI.
Es decir, que su reto sea transformarlas para que les permitan a ellos un medio de crecer como profesionales, como personas y que no tengan que marcharse para que otros obtengan el valor de la inversión que se ha hecho en ellos.
Las empresas podrian ofrecer a los nuevos empleados soluciones imaginativas para su retención como participación en los resultados y en las acciones de la empresa. Pero ello debe ir acompañado por una transparencia, una seriedad y una ética profesional que supondrian cambiar muchos de los paradigmas existentes.
Saludos.
Gian-Lluis
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Totalmente de acuerdo. La condición para que haya retos es que los empresarios y/o directivos tengan conocimiento e imaginación. Y de esto yo diría que nos falta más que que nos sobra.
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