Para Innovar, es necesario cambiar la cultura del País: la red vasca de ciencia y tecnología.


El pasado fin de semana se publicaba en el periódico El Diario Vasco un reportaje titulado «El Gobierno Vasco ultima una revolución en la I+D+i que pone en la cuerda floja a varios centros de Gipuzkoa». Habrá que ver la redacción final del Plan Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación 2020 (PCTI 2020), pero a mí no me parece una revolución tal y como apunté hace unos meses (aquí y aquí) cuando se conocieron las primeras líneas de actuación del Gobierno Vasco en la materia.

Repasando las cifras que acompañan al artículo se comprueba que el plan contempla el aumento de los fondos destinados a la RVCTI que pasan desde lo 1.297 millones de euros en 2014 a 1.922 millones en 2020, lo que supone un aumento anual del 6,77%. En el mismo periodo, Gobierno Vasco pasa de aportar 354 millones a 431 (con un crecimiento anual del 3,33%). El total de la aportación de las administraciones del Estado (Diputaciones, Gobierno Vasco y Estado) pasa de 506 millones a 615 millones con un crecimiento medio anual del 3,3%. El plan prevé o presiona a la dirección de los distintos agentes de la RVCTI para que consigan más fondos provenientes de empresas, pasando de 734 millones a 1.129 millones, y más fondos de financiación internacional, pasando de 85,5 millones a 152 millones.

En definitiva, algo menos de subvención directa por parte de las administraciones del Estado, un poco más de subvención directa de Europa (Horizonte 2020) y supuestamente mucho más por parte de empresas.

Hay que decir que la aportación de la empresa está, en general, fuertemente subvencionada (hasta un 75%). Es decir, indirectamente, buena parte de los 1.129 millones que ponen las empresas vienen de la Administración Pública. La RVCTI lo sabe bien de modo que los principales interesados en conseguir esas ayudas son los propios centros de la red que toman la iniciativa en la gestión de esos proyectos de I+D empresariales.

En mi opinión, no hay tal revolución sino un baile de números. No se toca el fondo del asunto que es el funcionamiento tradicional de los centros de la RVCTI. Un esquema de funcionamiento que es de este tipo:

Diapositiva1

Esta estrategia o modelo está hecho para capturar dinero malo; dinero que no obtiene resultados en el mercado, es decir, dinero que no obtiene más dinero. Puesto que el incentivo es la financiación pública (ayuda) no el impacto en el mercado, el dinero de la ayuda se gasta y desaparece.

Hay que observar que el centro de la RVCTI controla y dirige todo el proceso ya que la burocracia es considerable y no siempre fácil de interpretar. En resumen, el proceso tiene que satisfacer la necesidad de la Administración de justificar de manera pulcra el desarrollo del proyecto. La manera de hacerlo es documentando adecuadamente el mismo. A cambio, se obtiene dinero malo, ningún impacto en el mercado y la curiosa percepción en las empresas de que el centro tecnológico es caro.

Si yo dirigiera un centro de la RVCTI, haría lo mismo puesto que es el dinero más fácil y rápido de conseguir. Otra cosa es que como ciudadano esta estrategia me cuesta un montón de dinero y no me reporta casi nada.

La revolución y el cambio de cultura tiene que poner el acento en el dinero bueno. El dinero bueno supone que se crea un flujo creciente de ingresos durante años, fruto de las ventas de los productos o servicios basados en mejoras tecnológicas que aportan más valor al cliente.

El esquema de funcionamiento debería ser más parecido a éste:

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Este modelo trata de capturar dinero bueno; el dinero que viene de clientes satisfechos y que valoran la innovación.

En este modelo, el centro tecnológico y la empresa trabajan conjuntamente para explotar una oportunidad de mercado. Ambos agentes junto a los clientes son los protagonistas del proceso.

Las administraciones públicas tienen un papel esencial para que el modelo tenga éxito. En primer lugar, deben garantizar un entorno fiscal y jurídico estable y favorable a la innovación. En segundo lugar, deben facilitar herramientas e incluso fondos para poder financiar iniciativas privadas de largo plazo. En este segundo papel, la administración debe participar como un inversor inteligente y exigente. En tercer lugar, la administración debe comprar innovación. Y en este tercer papel, debe participar como un cliente profesional y exigente.

Este es un cambio de calado. Es un cambio en los criterios de decisión que se fundamenta en un cambio en los valores de todos los agentes. De unos valores endogámicos para preservar la organización y la situación hay que volver a los valores básicos de una sociedad madura: respeto a la libertad de las personas, actitud de servicio y excelencia en el trabajo.

Y mal que les pese a muchos, estos cambios exigen nuevas personas, nuevos líderes en las Administraciones Públicas, en la RVCTI y en las Empresas.

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