Coincidiendo con las elecciones al Parlamento europeo, voy a ser original y voy a escribir sobre Europa. Un tema que me interesa mucho aunque mi opinión no es experta. O sea que hoy escribo, sobre todo, para mí mismo.
De niño, aprendí que la frontera (la muga) era un río y un montón de piedras en el monte. Saltar por encima de una piedra y decir que estabas en Francia y en otro salto en España, era algo sorprendente, mágico para la cabeza de un niño de 7 años.
Con 12 años, fui a cantar con el coro del colegio a Alemania. En el viaje, tuvimos que cruzar un montón de fronteras. Y me sorprendió que en Alemania, todos quisieran ser alemanes y eran hinchas de su selección de fútbol. En mi casa, cuando jugaba la selección queríamos que perdieran. Hoy pienso que las razones para así quererlo eran que entonces España no jugaba ni a tabas, mi familia materna, con la que más convivíamos, era nacionalista acérrima y esa sensación de vivir en la frontera y no tener muy claro por qué una piedra o un río justificaba el que fueras francés o español.
Diez años más tarde, en el último año de carrera, estuve de «Erasmus» en Clermont-Ferrand. Es uno de los periodos más felices de mi vida. La convivencia con franceses, ingleses, alemanes, alsacianos (otros que viven en la frontera) fue muy buena. La camaradería, el respeto y la sensación de formar parte de «algo» en común se respiraba en aquella escuela de comercio.
Creo que aquella experiencia me hizo pensar que Europa es una excelente idea.
Los europeos tenemos un reto enorme ante nosotros. Esta crisis demuestra que el proyecto europeo es una construcción débil, aun lejos de lo que imaginaban algunos de los padres de Europa (Schuman, Adenauer).
En Europa, hay una lucha entre los estados del siglo XIX y la sociedad del futuro; una que no tendrá fronteras en la tierra ni en la cabeza de las personas. Por ahora, ganan los que piensan con modelos del XIX, incapaces de imaginar más allá de lo que conocen (o desinteresados en hacerlo). Pero yo creo que ganaremos los que sabemos que un río y un montón de piedras no pueden separar a las personas, no pueden frenar la imaginación y no pueden acabar con el deseo de un mundo más libre y mejor.