¿Qué tal si cuidamos de nuestras empresas?


En nuestro pequeño territorio de Gipuzkoa, estamos teniendo últimamente un gran debate entre empresarios, sindicatos y autoridades. Los sindicatos piensan que los empresarios se están aprovechando de los trabajadores dadas las circunstancias económicas. Para los sindicatos, los trabajadores soportan los efectos de la crisis. Las autoridades creen que hay que mantener la política social pública redistribuyendo la riqueza y para ello han creído justo el implantar un nuevo impuesto conocido como «Impuesto sobre la riqueza y las grandes fortunas». Los empresarios estiman que las empresas han sufrido enormemente en esta crisis y han propuesto un nuevo modelo de relaciones laborales y se han opuesto al nuevo impuesto antes mencionado ya que consideran que el mismo va en detrimento de la capitalización de las empresas.

Adicionalmente, el FMI dice que en España se deben bajar los salarios un 10% para ganar competitividad y, se supone, poder ganar participación en los mercados internacionales.

Las siguientes son mis particulares conclusiones. El diagnóstico del FMI parece ser que las empresas (y los trabajadores) de España (con Euskadi y Gipuzkoa dentro) deben competir en el mundo con costes más bajos tratando de competir más con China e India que con Alemania o Finlandia. El diagnóstico de los sindicatos parece ser que las empresas se apropian de la riqueza generada por los trabajadores y lo justo es que la empresa pague más y garantice la estabilidad en el trabajo. El diagnóstico de nuestros políticos en Gipuzkoa parece ser que el empresario debe sostener el estado del bienestar más allá de las necesidades de capitalización de las empresas. Estas son secundarias frente al sostenimiento del estado del bienestar.

O sea, tenemos unas empresas malas que se apropian de la riqueza de los trabajadores y que valen menos que el estado del bienestar. ¿Tan malas son las empresas? ¿Tanto daño hacen y tan poco valor tienen?

Nuestro pequeño territorio no tiene riquezas naturales que explotar. Para generar riqueza en este mundo en que vivimos, sólo tenemos dos opciones. Una es disponer de empresas excelentes que puedan vender en todo el mundo y generar riqueza en el territorio y la segunda es ir a China, seducir a chinos ricos para que nos visiten y se gasten su dinero en nuestros restaurantes, hoteles y tiendas. Por cierto, no es incompatible lo primero con lo segundo: los franceses y, sobre todo los suizos, explotan muy bien su industria y su turismo.

En todo caso, es necesario que políticos, trabajadores y empresarios empiecen a trabajar juntos de una vez con el objeto de crear las condiciones necesarias para disponer de empresas excelentes que puedan competir contra aquellas de países más desarrollados (y también para traer chinos de vacaciones). Esto exige voluntad política, empresarios y directivos capaces de imaginar un mejor futuro para sus empresas y trabajadores cualificados y comprometidos.

En toda esta crisis, está predominando el «sálvese quien pueda» (el caso Fagor es un buen ejemplo). Parece que nadie presta atención al cuidado de esa institución llamada «empresa» que cada cual quiere utilizar para su propio interés. Si nadie cuida de la empresa y todos tratamos de sacarle la «mayor tajada» conseguiremos que la empresa no sirva para nada y no cumpla su función social y económica.

Crear y mantener una empresa excelente es un trabajo extraordinariamente difícil. Exige la mejor disposición y generosidad de políticos, empresarios, directivos y trabajadores. Exige una conversación continua sobre el mundo y las necesidades de los clientes. Exige un entorno jurídico claro y estable sobre la distribución de la riqueza generada: impuestos, inversiones, participaciones en la empresa y sueldos y salarios. Lo contrario de lo que muchas veces estamos haciendo: hablar continuamente «de lo mío» olvidándonos de lo que el mercado necesita y que justifica la existencia de la empresa.

Es necesario crear una cultura en la sociedad que valore positivamente la empresa como institución más allá de la forma jurídica que pueda tener (SA, SL, Cooperativa o SAL). Y lógicamente, necesitamos empresas que se ganen a pulso ese prestigio y esa valoración positiva. Creo que toda la sociedad, todos nosotros ganaremos con ello.

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