Este fin de semana me han dado la noticia de que un directivo conocido mío ha sido despedido de su empresa tras más de 25 años de fiel servicio. Tiene 50 años.

Lo hemos comentado varios amigos que conocemos al protagonista de la noticia. Yo decía que dados los enormes problemas que padecen muchas empresas y su formación de ingeniero, no le será difícil encontrar trabajo. Los demás me decían que no, que era poco probable; que una persona de su edad es muy cara para la típica empresa guipuzcoana.

Y yo estoy de acuerdo con mis amigos. A un ingeniero de 50 años, con una buena carrera en una empresa multinacional, le será muy difícil, sino imposible, encontrar el mismo tipo de trabajo que tenía, con las mismas condiciones y «seguro» (al menos, tan seguro como el que tenía hasta ahora).

Pero también creo tener mi parte de razón. Las empresas guipuzcoanas necesitan ayuda y, dadas las actuales circunstancias, están muy dispuestas a dejarse asesorar por personas capacitadas. Lo que sucede es que no están dispuestas a suscribir un contrato de trabajo. Quieren tener la posibilidad de romper la relación sin incurrir en muchos costes. Y no me parece mal.

Los responsables de empresa creo que debemos asumir más riesgos que los que tiene un trabajador. Es muy bonito tener un sueldo a final de mes pero un responsable de empresa sabe que ese sueldo se puede pagar cuando su labor da resultado; no es independiente del mismo.

Los responsables de empresa sabemos que la seguridad en el trabajo no existe y creo que tenemos que vivir conforme a ello.

Hace una semana otro amigo, éste jubilado, me decía que los últimos tres años de su carrera profesional había sido trabajador autónomo. Me aseguró que habían sido lo mejor de su vida profesional y de los más rentables.

Tener 50 años y quedarse en el paro después de una carrera de directivo de empresa es una oportunidad. Sólo hay que cambiar un poco la mentalidad y estar dispuesto a arriesgarse por dos o tres empresas a las que ayudar a resolver sus problemas.