Einstein y Bela Bartok: imaginar con arte


Cuando era universitario yo vivía en casa de mis padres. Nuestros vecinos tuvieron por entonces a su tercera hija. Y hoy aquella niña, se ha convertido en una bella mujer y en la excepcional pianista Judith Jauregui. Estoy encantado de su éxito y, por ello, la sigo en twitter (@JudithJauregui). Gracias a ello puedo entrar en relación con realidades muy diferentes a las de la empresa. Realidades diferentes pero complementarias que hacen que «el efecto Médici«, en mayor o menor medida, se produzca cada vez más a menudo.

Estaba ayer por la noche viendo la película Mamma Mia y leyendo el twitter. Y así me encontré con un retweet de Judith con una cita de Bela Bartok que me ha parecido muy oportuna y necesaria «Competir es para caballos, no para artistas» (Bela Bartok). Y me parece una cita oportuna y necesaria por que en nuestro entorno estamos continuamente hablando de competitividad empresarial cuando, en realidad, creo que deberíamos hablar de estrategia y del arte de la estrategia empresarial.

Hace unos años estuve en un curso del MIT sobre estrategia que impartía el profesor Arnoldo Hax. El profesor Hax decía que la estrategia no es competencia por que cuando compites, la tendencia es a hacer lo mismo que el rival. El bueno de Arnoldo iba más allá y decía que la estrategia es amor (ver el modelo Delta). La estrategia empresarial busca el crecimiento gracias a la diferenciación. Se trata de hacer algo radicalmente distinto para proponer al cliente algo único. Y esto, que tiene mucho de ciencia, también tiene mucho de arte, de habilidad. El estratega de empresa, el bueno, es algo más que un competidor, es un artista que debe de aunar muchas piezas diferentes para conseguir armar un puzzle único.

Si nos centramos en la cuenta de resultados observaremos que el directivo que no es artista se centrará en las piezas del puzzle que ya tiene y acabará centrándose en los costes: en cómo mejorar la eficiencia y reducir gastos. El estratega artista se centra en el cliente para descubrir cómo escribir la primera línea de la cuenta de resultados; la línea de ventas que va a determinar el resto de las líneas.  Y aunque parezca mentira, hay más ciencia en esto último que en aquello, pero sobre todo, mucho más arte.

Está claro que necesitamos de los dos perfiles: el del directivo eficiente y el del artista estratega. Sin embargo, en un momento de crisis mayúscula como la que nos toca vivir, es mucho más importante el perfil del artista y, por ello, debemos escapar del mito de la competitividad empresarial que nos impide mirar más allá del puzzle actual. Ya lo dijo Eisntein: «en momentos de crisis, es más importante la imaginación que el conocimiento».

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