En la última entrada, daba por supuesto que el número de patentes, o en general cualquier indicador relativo a patentes, es un indicador de proceso. Es decir, en un proceso de I+D+i, las patentes son una parte del proceso pero no el resultado del mismo. Y esto que para mí es tan obvio, resulta que es materia de discusión entre académicos. Y como resultado de la confusión, en muchas empresas y administraciones, se pone el acento en la consecución de patentes y se olvida el para qué de las mismas.
Poniendo un símil alpino, la patente es como los campamentos de altura en la escalada a una alta montaña. El objetivo es la cumbre. Para llegar a ella, es necesario equipar la ruta y montar campamentos de altura que permiten la aclimatación y el soporte a las cordadas de cumbre. La patente es igual a un campamento de altura: es una etapa en el camino pero no es el final de la escalada.
Como casi todo en la vida, existen patentes excelentes, buenas, mediocres y muy malas, siendo las más abundantes las dos últimas. Una patente excelente supone dos características muy importantes para cualquier innovación:
- La solución que la patente protege es novedosa. Existe novedad en la solución al problema. En este sentido, la patente supone diferenciación para la empresa. Y como todos sabemos, la diferenciación es uno de los fundamentos de la estrategia empresarial.
- Una patente implica que ha existido una actividad inventiva; es decir, el proyecto de investigación del que parte la patente ha sido excelente en el sentido de que comienza con un profundo conocimiento del estado del arte y de la técnica. Dicho de otra manera, la investigación no ha querido inventar la rueda sino que partiendo de lo ya conocido, empuja los límites del conocimiento y del estado de la técnica.
Toda empresa tecnológica debe de tratar de conseguir patentes excelentes con el fin de explotarlas comercialmente rentabilizando el esfuerzo investigador. Por tanto, los indicadores de resultado para una empresa de base tecnológica deben ser, como para cualquier otra empresa, del tipo crecimiento en ventas, rentabilidad sobre activos o rentabilidad de los productos patentados, por ejemplo.
La I+D, las patentes y la tecnología deben servir para resolver problemas concretos de los clientes y esto debe producir, en consecuencia, empresas con alto potencial de crecimiento, capaces de crear trabajo y riqueza en las sociedades en las que se asientan. Siguiendo con el símil de la escalada a altas montañas, esta es la verdadera cumbre a perseguir y hemos de tener cuidado en poner campamentos de altura en el camino correcto a la cumbre.
Muchas gracias a Julián de Juan: nuestro facetime de esta mañana ha dado como resultado esta entrada.