Impacto, impacto, impacto.


La semana pasada se publicaron los resultados del Acelerador del EIC para la convocatoria cerrada en marzo de 2023 y que presentaron sus proyectos a finales de mayo.

Para esta convocatoria, el EIC ha seleccionado 51 empresas de 17 países distintos que recibirán una financiación de 261 millones de € (unos 5,1 millones de€ por proyecto).

España ha obtenido un resultado mediocre con 2 proyectos financiados, por detrás de Holanda, Francia, Israel, Reino Unido y Alemania.

Las empresas españolas financiadas son Oils4Cure  de Madrid y MiMARK Diagnostics de Barcelona. Ambas empresas desarrollan su actividad en el sector Salud.

Ninguna empresa vasca se ha sumado a Multiverse Computing e Innitius que son las dos únicas empresas del País Vasco que han obtenido financiación del Acelerador después de más de tres años de convocatorias donde se han financiado casi 500 proyectos. España ha obtenido financiación para 32 proyectos principalmente de Madrid (10) y Cataluña (13).

El Acelerador del EIC financia empresas con tecnologías próximas a mercado (con TRL5 o superior) de modo que puedan madurar su tecnología (llevarla a TRL8) y lanzarla comercialmente (TRL9).

Los resultados del País vasco parece que reflejan uno de los males del Sistema Vasco de Ciencia y Tecnología: un gasto en I+D a la altura de los mejores en Europa con un muy escaso impacto tal y como señalamos en 2021 en esta entrada: I+D e Innovación en el País Vasco en 2021.

Si no buscamos un impacto profundo solucionando los problemas reales de las personas, gastaremos como los más innovadores pero no mejoraremos la vida de las personas ni del planeta. Seremos, si no lo somos ya, irrelevantes.

Impacto es la palabra clave. 

PS: Nadie me ha pedido opinión pero la voy a lanzar sin entrar en detalles. El problema de esta falta de impacto se ataca apalancando los siguientes elementos: personas, conceptos, metodologías, tecnología e IP, campeones ocultos y colaboración.

5 pensamientos en “Impacto, impacto, impacto.

  1. Los centros de I+D se financian en gran parte vía fondos europeos, estatales y del Gobierno Vasco. En unos casos directamente, y en otros vía subvenciones a proyectos impulsados por empresas… pero que al cubrir los costes asociados a los centros, les salen «gratis», y muchas veces son los propios centros los impulsores de estos proyectos «industriales».

    Si a esto unimos el peso cada vez mayor que la Administración da a la «investigación» (publicaciones, doctorados, congresos…) tenemos la tormenta perfecta: con los incentivos economicos actuales, en vez de empujar a la universidad a la industria (proyectos orientados a nuevos productos y procesos) la administración está convirtiendo a los centros tecnológicos en universidades, en el peor sentido de la palabra.

    No es un problema de tecnología, sino de incentivos: en general, los centros han desarrollado tecnologías (y han cobrado dinero por ello) pero no tienen ningún interés en complicarse la vida con compromisos con la empresa y el mercado. Se vive muy bien de la subvención sin compromiso.

    ¿Como reconducir el tema? Habria que orientar los incentivos a los resultados deseados, y sustituir las estructuras de los centros («perro viejo no aprende gracias nuevas»).

    ¿Quién le pone el cascabel al gato? Y, si no se hace nada, ¿realmente seria una pérdida el cierre de todos los centros tecnológicos?

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    • Excelente reflexión. Efectivamente, los incentivos han funcionado y funcionan como dices pero corren nuevos vientos en Europa. El acelerador del EIC es una muestra del nuevo acento en el impacto: basta de proyectos que no resuelven problemas y de tecnologías que quedan empantanadas en TRL4 o 5. Estoy muy de acuerdo con tus propuestas a cómo reconducir el tema.

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    • Entiendo la reflexión pero no estoy de acuerdo con algunas afirmaciones, como «pero no tienen ningún interés en complicarse la vida con compromisos con la empresa y el mercado. Se vive muy bien de la subvención sin compromiso».

      Creo que es muy injusto decir esto. Conozco bien los centros y puedo asegurar que este no es el talante, aunque, es cierto, hay proyectos, actividades y actitudes que no se entienden muy bien desde la empresa. Ya lo has señalado al principio: la actividad de I+D está sujeta a programas de subvenciones, y eso acaba moldeando la forma en la que se abordan esos proyectos, no responden a parámetros 100% digamos de actividad empresarial comercial al uso. Pero eso no es un problema: lo que hay que hacer es tenerlo en consideración y plantear y gestionar los proyectos que uno presenta al centro de otra forma.

      La prueba es que hay empresas que sacan un jugo tremendo a los centros y desarrollan productos competitivos que venden en todo el mundo. CAF, Orona y muchas cooperativas de Mondragon acumulan muchos ejemplos conocidos. Pero también hay empresas pequeñas de 10, 20 o 40 personas. ¿La clave?: que se acercan al centro planteando lo que quieren y cómo lo quieren (han pensado, analizado y decidido lo que quieren, solos o apoyados por alguien) y priorizan el proyecto a la subvención (ponen dinero de su bolsillo en la mesa y no esperan a la subvención para lanzar y dimensionar el proyecto; arriesgan, aunque luego también piden subvenciones).

      Un centro «tecnológico» es una entidad especializada en desarrollar tecnología, no en los mercados y la venta industrial. Y así debe ser. Si ese conocimiento lo complementas y orientas con un planteamiento de negocio industrial, aportado por una empresa (que es la que se supone que sabe de eso), la cosa funciona. Lo que no funciona es acercarse a un centro a buscar un proyecto para conseguir una subvención.

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  2. Un artículo estupendo, ¡gracias!. Y ya que te abres a recibir comentarios, envío tres sugerencias, siendo consciente de que no conozco con detalle las condiciones a las que están sujetas los mecanismos de subvención del I+D (normas europeas, fiscales, etc.), por lo que puedo estar proponiendo cosas absurdas o imposibles:
    – aumentar las subvenciones a los mejores proyectos y reducir el número de proyectos subvencionados, elevando el nivel de exigencia.
    – para hacer esa evaluación, contar con un proceso doble: uno centrado en los aspectos formales del proyecto que se presenta, y una segunda evaluación técnico-comercial más especializada, hecha por un grupo de expertos independientes relacionados con la materia de que se trate. Resultado: se identifican los proyectos excelentes, los cuales se llevan un plus de subvención.
    – exigir un plan de ventas/explotación a 3, 5 o 7 años del desarrollo planteado y dejar un % de la subvención otorgada para ser abonado según el devenir comercial de ese desarrollo realizado (ventas/explotación conseguidas a los 3, 5 o 7 años del proyecto). Ventas validadas con un proceso de auditoría experta.

    Sé que todo esto es complicado y no hay soluciones fáciles ni rápidas. Pero para aumentar la excelencia, parece claro que hay que invertir más y elevar la exigencia.

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    • Muchas gracias, Juan. La CE está subvencionando actividades de desarrollo de tecnología (TRL1 a TRL8) a través de distintos programas de Horizon Europa. La CE está invirtiendo en actividades de TRL9 como socio financiero para que esa tecnología que se ha subvencionado tenga impacto en el mercado. Lo importante es alinear todas las herramientas a nivel regional, nacional y europeo para que aquellos proyectos con potencial tengan más probabilidades de éxito.

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