Hoy, que he visto este tuit de Patxi Sasigain, me he acordado que hace unos meses cuando salió el «European and Regional Innovation Scoreboard 2021» estuve enredando un poco con los números para entender mejor toda la historia que nos cuentan.
Después de la euforia por regresar a la categoría de «Strong Innovator» conviene atender a los detalles para hacerse preguntas e intuir el camino a seguir para seguir avanzando.

Tenemos mejores datos que Europa en 13 de los 20 indicadores (en verde) y peores en 7 indicadores (en rojo). En el global, nuestro indicador es mejor que la media.
Los indicadores están organizados para contar una historia sobre las personas y sus capacidades; el esfuerzo inversor en I+D e innovación que hace el país y termina con el resultado en forma de patentes, marcas y diseños y el impacto final en forma de ventas de nuevos productos y creación de empleos de calidad vinculados a la innovación.
A nivel de personas, el País Vasco siempre ha estado bien. Tenemos buena educación y atraemos talento científico que publica en revistas académicas. Todos nuestros indicadores son mejores que la media europea; se puede decir que ganamos por goleada a Europa. Tenemos buenas bases de I+D pero aun tenemos que convertir esta I+D en innovación gracias al impacto en el mercado.
A nivel de esfuerzo inversor en I+D, tradicionalmente, el País Vasco suele tener buenos resultados aunque este año hay dos indicadores que van mejor y dos que van peor que la media europea. En esta parte del partido, vamos empate. Seguimos en terreno de I+D; todavía no hemos llegado al mercado y nuestra I+D no ha llegado a ser innovación.
Los resultados de la I+D nos ofrecen un panorama menos halagüeño. De 7 indicadores, estamos peor que la media europea en 4. Victoria por la mínima de Europa. Lo malo es que son estos indicadores los que hacen posible la innovación. Preocupa que tengamos muy poca actividad de patentes y diseños, y eso que solo se mide la solicitud. Preocupa que las PYMEs introduzcan menos innovaciones de proceso y producto que la media europea.
A nivel de impacto, de hacer llegar las innovaciones al mercado, parece que el País Vasco mejora el marcador: 3 indicadores con mejores prestaciones que la media europea y 1 indicador peor (empleo en empresas innovadores).
Aquí es donde llegan las preguntas: ¿cómo es posible que nuestras PYMEs introduzcan menos procesos y productos innovadores pero vendan más productos que o bien son nuevos para el mercado o nuevos para la firma? Quizá la trampa está en cómo está formulada la pregunta ya que es relativamente fácil introducir en el mercado un producto nuevo desde el punto de vista de la empresa aunque no sea una innovación para las personas.
Además, si nuestro sistema de I+D e innovación tuviera impacto en las personas, lo normal es que esto se reflejara en un incremento en el empleo en empresas innovadoras. Sin embargo, puntuamos peor que la media europea.
Mi conclusión es que el País Vasco sigue donde tradicionalmente ha estado desde hace 30 años: muchos recursos en I+D pero con escaso impacto en la vida de las personas y en el mercado, es decir, escasa innovación.
Debemos mejorar el impacto de la I+D. Si queremos hacerlo, el programa Horizonte Europa y más concretamente el EIC Accelerator son una oportunidad magnífica. Es necesario que tanto las organizaciones del sistema de I+D como las universidades y empresas continúen alineadas con los objetivos e instrumentos de la UE. El cambio radical y más importante es incorporar a este sistema de I+D e innovación a los agentes financieros: Kutxabank, fundaciones propietarias de la misma, SPRI, Gestión Riesgo del País Vasco e inversores privados. El fondo del EIC es un instrumento financiero que se debe apalancar con dinero público y privado de Euskadi unido a una gestión del riesgo inteligente y a largo plazo, amén de una política fiscal igualmente alineada.