Eureka!


Museo de la Ciencia Eureka. Donostia

Recientemente, la Fundación Kutxa ha anunciado el cierre del museo de la ciencia Eureka para el año 2023. Esta noticia ha causado gran malestar en la sociedad guipuzcoana que según parece desea que se mantenga abierto tal museo.

He mantenido un diálogo en Twiter con mi buen amigo Juan Otegui (@juan_otegui) que es una de tantas personas que está en contra de tal decisión. Juan me ha hecho reflexionar. No me ha convencido totalmente como yo no lo he convencido a él pero me ha hecho ver el asunto de manera más completa rebuscando en mi memoria las razones por las que no estaba de acuerdo con él.

Sigo sin tener claro que Fundación Kutxa tenga que mantener el museo de la ciencia; ni siquiera tengo claro que un museo de la ciencia sea la mejor respuesta a la necesidad social de difundir una cultura científica.

Los museos y las infraestructuras no son la base de la cultura. La cultura científica, artística, musical o empresarial la crean las personas. Las infraestructuras apenas sirven para dar soporte a las personas. No hay que irse muy lejos para comprobar cómo el presupuesto de I+D se malgasta en infraestructuras y después no queda más que calderilla para malpagar a becarios ansiosos de abandonar la investigación por proyectos mejor remunerados.

Mi primer punto es que hay que gastar más en personas y menos en infraestructuras.

Cuando se inauguró Eureka, yo era compromisario en la Asamblea general de Kutxa y dos años más tarde tuve el honor de servir como consejero en el Consejo de Administración de Kutxa. Recuerdo que cuando se trataban asuntos relacionados con la Obra Social, se ponía el acento en atender necesidades sociales «emergentes». Por ejemplo, en aquella época al inicio de siglo, se puso mucho énfasis en todo lo relativo a la formación y difusión de aquella cosa nueva que se llamaba «internet». Posteriormente, ese papel fue asumido desde las administraciones públicas y empresas. La Obra Social a los pocos años se retiró ya que había cumplido su papel de visibilizar una necesidad y atenderla en un primer momento. Lo mismo cabe decir de la investigación y el tratamiento del cáncer a través de otra iniciativa de la Obra Social como es el Oncológico.

En definitiva, la misión de la Fundación Kutxa y con ella su Obra Social no está en entredicho. La difusión de la ciencia sigue siendo un pilar de la Obra Social. Pero esa difusión no implica que Eureka deba seguir siendo parte de la misma.

Este es mi segundo punto: la Fundación Kutxa identifica necesidades emergentes pero no es la mejor organización para mantener iniciativas que cada vez exigen más presupuesto y organización más especializada.

Se me ocurre que los agentes y personas que están en contra del cierre unan sus fuerzas para mantener el museo de la ciencia Eureka abierto, gestionando incluso mejor que la propia Fundación pues ésta no está especializada, tiene recursos escasos y el progreso trae nuevas necesidades que habrá que atender.

3 pensamientos en “Eureka!

  1. Evidentemente Kutxa Fundazioa tiene toda la legitimidad para hacer y decidir lo que crea más conveniente. Pero esta Fundación no es una entidad cualquiera: está conectada con las instituciones, partidos y sindicatos y su Obra Social se debe dirigir al beneficio de la sociedad, por lo que cualquier decisión de calado sabe que va a ser analizada con lupa, lo que le obliga a trabajar amplia e intensamente con los agentes concernidos del tejido guipuzcoano.

    Sorprende que, en un territorio tan complejo socialmente, tan sensible y conflictivo ante cualquier proyecto, en el que circulan constantemente supuestas confabulaciones, leyendas urbanas y agravios territoriales, se publique este inesperado anuncio. Sorprende que la nota deje claro que se cierra el museo pero que no explique suficientemente lo que se va a hacer en Tabakalera. Sorprende que se sepa que todos los miembros del Patronato miembros de partidos hayan votado a favor, pero dos partidos ahora digan que no sabían nada y que están en contra. Sorprende que el alcalde diga que no sabe lo que se va a hacer en Tabakalera y que esté disgustado (¿no se le ha consultado?). Sorprende que el diputado general diga únicamente que «comprende el malestar de la ciudadanía» y la diputación diga que confía en que sea «una adaptación sin dejar un lado la obra social en ningún caso» y que «más que un cierre sea una reformulación de la actividad». Sorprende que personalidades del mundo científico-tecnológico no supieran nada y, en general, lamenten el cierre y tengan sus dudas respecto del futuro. Sorprende que se anuncie una profunda remodelación del espacio de Kutxa Fundazioa en Tabakalera solo 5 años después de inaugurarlo. Y sorprende que «las actividades divulgativas y educativas del museo serán renovadas y reformuladas en un formato modernizado, digitalizado y contemporáneo» en ese mismo espacio, porque me cuesta ver que a Tabakalera vayan a acudir 600 escolares diariamente, en autobuses provenientes de 200 km a la redonda, como ocurre ahora en el museo.

    Desconociendo los detalles, todas estas sorpresas llevan a dudar de si la reflexión de la Fundación se ha hecho con una amplia participación de las personas, agentes y administraciones relacionadas, buscando orientación, las mejores propuestas y las necesarias complicidades. En un territorio precisamente trufado de personalidades y agentes de los ámbitos educativo, científico, tecnológico y empresarial, en el que creíamos asumida la necesidad de trabajar los procesos participativos, los partenariados público-privados y la co-gobernanza, se entiende mal lo ocurrido. Y otra conclusión extraíble es la llamativa comunicación que se ha hecho de este asunto, que, lejos de ayudar a entender y valorar, provoca lo contrario. Publicar la nota de prensa un viernes por la tarde, víspera de puente, seguido por una «aclaración» que provoca sorpresa y enfado hasta en el alcalde y no despeja las dudas de nadie, no parece algo ejemplar.

    En cualquier caso, la simple idea de «cerrar un museo» debería haber generado la máxima prevención y encendido de alertas dentro de la Fundación y en los patronos. Más, si cabe, cuando hablamos de un centro que atrajo a 189.000 personas en 2019, dedicado a la divulgación científica entre los escolares, activo turístico de una ciudad turística que quiere también ser reconocida como un polo de primer nivel en el ámbito científico, en un territorio industrial e investigador con déficit de titulados en ciencia y tecnología. Por eso creo que no es concebible que Donostia, Gipuzkoa y Euskadi prescindan de una instalación como el Museo de la Ciencia, haga lo que se haga en Tabakalera.

    Ante esa posibilidad, lo que hubiera sido mucho más comprensible es que la Fundación hubiera reaccionado organizando un proceso de reflexión discreto y amplio, buscando una fórmula para agotar las posibilidades de asegurar la continuidad del museo y su actualización permanente. Fórmula que perfectamente podría respetar las nuevas prioridades de Kutxa Fundazioa, reduciendo o eliminando su participación en el museo y transfiriendo el testigo a otras entidades con las que se hubiera llegado a un acuerdo.

    Siendo optimista, todavía estamos a tiempo: la Fundación tiene una oportunidad de oro para darle la vuelta a la situación actual y demostrar músculo y voluntad de mantener el más perfecto alineamiento con la sociedad guipuzcoana a la que quiere servir. Aplácese la fecha de cierre y trabájese una reflexión, en la que participe el valioso y amplio tejido educativo, científico, tecnológico y empresarial que tenemos, junto a nuestras administraciones. Se podrán valorar ideas, como la posibilidad de ampliar el concepto a Museo de la Ciencia y la Tecnología, para involucrar más directamente a las empresas y asociaciones empresariales, facilitar la incorporación de nuevos activos en el museo y garantizar la actualización constante que necesita. O trabajar con las universidades y centros de FP, tanto como asesores en dinámicas pedagógicas (¡tenemos 2 facultades de Pedagogía en SS y el centro de innovación de FP «TKNIKA» está en Rentería!), participantes en las que el museo organice o para utilizar las instalaciones en sus procesos académicos y en otros nuevos ad-hoc. Seguro que ideas no faltarán.

    Y si, al final del proceso, entre todos se visualiza que lo mejor es no seguir apostando por el museo, actívese el proyecto alternativo que se considere más oportuno para mantener e, incluso, superar, el impacto que el museo genera hoy, en donde sea y como sea.

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    • Muy bien escrito, Juan. Sin duda, la toma de decisiones y la comunicación son muy mejorables. No sé si me sorprende cómo se ha hecho dado el nivel del “personal”. Decisiones complejas necesitan de procesos bien estructurados y de comunicación exquisita. Mis dos puntos solo trataban de ampliar las miras y provocar preguntas y reflexiones más completas como la que nos has compartido. Muchas gracias por ello.

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