Cuando hice las pruebas para entrar en el IESE hace ya casi 30 años, me sorprendió una de las preguntas del test. En lugar de plantear un problema con el fin de dar la solución, planteaba un problema incompleto y la pregunta era «¿qué dato falta para poder resolver el problema?».
Una vez en el IESE, la formación se basa en el famoso método del caso desarrollado en la Harvard Business School. En dicho método, los alumnos leen y tratan de resolver un caso de negocio que después se discute en clase. La mayoría de las veces no hay una solución única. Puede haber múltiples soluciones ya que en los casos hay muchos datos que faltan y hay que suponer razonablemente eso que falta para poder dar una solución. Recuerdo que un profesor dijo que en la vida real lo más difícil no es discutir y resolver el caso; lo difícil y verdaderamente importante es ser capaz de escribir el caso. Es decir, poner algo de orden en todo lo que pasa en el negocio antes de tomar la decisión. O sea, descubrir los datos que faltan en el problema.
Recuerdo que hace 30 años, trabajábamos con casos de los años 50 y 60 del pasado siglo. Todos los años, doy varias sesiones a alumnos de grado y de máster de ingeniería industrial de Tecnun utilizando el método del caso. Los casos que doy son de los últimos 4 o 5 años, en general. Es muy raro que utilice casos de hace más de 20 años.
El mundo va tan rápido que los casos hay que reescribirlos continuamente. El empresario de manera permanente debe evaluar y completar su panorama empresarial añadiendo nuevo conocimiento sobre ciencia – tecnología, mercado, organización, leyes, política y coyuntura económica. Nadie garantiza que tu conocimiento actual te sirva para resolver los retos de mañana.
Hay que zambullirse todos los días en el caos, tratar de crear un cierto orden, escribir el caso de negocio más completo que se pueda, para decidir y no dejar que otros decidan por uno.