Marketing o sentido común


Tres situaciones vividas los pasados días.

La primera tiene que ver con el uso vamos a llamarlo político de la empresa Candy. En un esfuerzo por salvar los puestos de trabajo, la Diputación de Gipuzkoa presenta como posible socio industrial a una empresa luxemburguesa dispuesta a montar motos eléctricas y proporcionando trabajo a las 70 personas que Candy quiere despedir. El Gobierno Vasco acusa a la Diputación de deslealtad por no dejarles cooperar en las negociaciones y de aprovecharse de la «vulnerabilidad de los trabajadores«.

Ejemplo de excesivo marketing político: comunicar y sacar ruido. ¿Alguien se atreve a predecir cómo acabará esta historia? ¿Se encontrará un socio industrial y se mantendrán los 70 empleos?

La segunda tiene que ver con la visita que hice ayer con mis padres al parque de atracciones del Monte Igueldo. Sitio espectacular, tiempo fantástico para disfrutarlo y mucha gente de visita por las vaca. En el bar y terraza del hotel, 1 persona para atender tanto la barra como la sala y la terraza; fácil 100 personas consumiendo.

Ejemplo de ausencia de marketing: un trabajador es imposible que pueda atender correctamente a tanta gente. ¿Alguien se atreve a predecir qué dirán los turistas del servicio de bar y terraza? ¿Qué es lo que compartirán por internet? Por cierto, la chica que atendía lo hacía muy bien: rápido y con buena cara. Me dejan a mi en semejante embolado y no respondo.

El tercer ejemplo tiene que ver con el cambio de pila de mi pulsómetro de Decathlon. El pasado miércoles fui a la tienda de Añorga donde localizo a una empleada para que me informe. La chica me advierte que si quiero que me cambie la pila, me tiene que hacer un presupuesto (mínimo 2,95 euros) pero antes hay que saber qué tipo de pila monta. Me dice que no es muy difícil de cambiar por lo que le digo que ya lo haré yo. Tras un rato, la chica consiguió saber qué pila necesitaba (para ello tuvo que abrir el pulsómetro). Cojo las baterías, las pago y me las llevo a casa. Empiezo el proceso de cambio. Para resumir, y reconociendo que soy zurdo de las dos manos, el diseño del aparato no está pensado para un cambio fácil. Al final me cargo el pulsómetro. Nota al margen: la chica que me atendió lo hizo muy bien: servicial y resolutiva pero tiene que seguir las normas de la casa.

Ejemplo de total ausencia de marketing en el servicio. Creo que jamás compraré productos electrónicos de Decathlon no porque funcionen mal sino porque el servicio para su mantenimiento es nefasto.

¡Disfrutad de la semana Santa! y que el mucho o nulo marketing no os las fastidien.

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