Después de mi entrada de ayer, algunos lectores me han llamado la atención sobre lo excesivamente crítico que llego a ser.

Y tienen razón. Pero normalmente, soy optimista ya que observo a mi alrededor actitudes más positivas que negativas.

Por ejemplo, el pasado viernes Eva, que es una buena amiga y una profesional inquieta, me comentaba que había dirigido su primera sesión de reflexión sobre el modelo de negocios en su pequeña empresa. A Eva le gusta estar al día en esto de la dirección de empresa. Se había leído el libro de Alex Osterwalder sobre generación de modelos de negocios y se había formado sobre el tema.

Y el viernes, ni corta ni perezosa, reunió  a las 9 o 10 personas que forman su empresa, una pequeña ingeniería, con el fin de reflexionar qué más podían hacer para crecer. Cinco horas de reflexión y más de 70 ideas que tendrán que trabajar y depurar. Para cualquiera que haya hecho sesiones de este tipo, sabe que no es fácil dinamizar durante cinco horas a un grupo de personas y producir más de 70 ideas.

Eva no es la dueña de la empresa pero contó con el apoyo del principal socio, cogió el toro por los cuernos y sus compañeros la apoyaron. Esta es una actitud valiente y valiosa. En el futuro, si persisten, seguro que obtienen buenos resultados para la empresa y para los trabajadores.

Hay muchas más personas como Eva y sus compañeros. Sólo hay que darles cancha.