Ayer asistí a la presentación del libro de Pedro Luis Uriarte en defensa del Concierto Económico Vasco titulado: «El Concierto Económico Vasco: Una visión personal«
Lo primero que tengo que decir es que de mayor quiero parecerme a este hombre: espectacular despliegue de energía y sabiduría de dos horas que a mí me hubiera dejado exhausto.
En segundo lugar, yo era vagamente consciente de la importancia del concierto pero absolutamente inconsciente de su historia. Desde ayer sé, que el Concierto es una pieza fundamental para la sociedad y las personas que vivimos en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Y lo viene siendo desde hace más de 130 años con algunos paréntesis.
En tercer lugar, el concierto no es un privilegio ni un capricho. El concierto es una herramienta con una profunda raíz histórica. El concierto ha tenido una historia, en general, positiva y, por ello, se ha mantenido.
El concierto hace que los vascos asumamos los riesgos de que las cosas nos vayan mal y de que nos administremos mal. Dicho de otro modo, si nuestra economía es mala, el Concierto no nos va a beneficiar, más bien, nos perjudicará. Por esta razón, Cataluña y la mayoría de las comunidades autónomas no desean tener un concierto.
Pero si las cosas nos van bien y nos administramos bien, el Concierto es, siguiendo la demostración de Pedro Luis, una buena herramienta. Además, es mucho mejor que los sistemas que usan el resto de comunidades autónomas para financiarse (excepto Navarra).
En definitiva, el Concierto es parte de un círculo virtuoso siempre que la sociedad vasca mantenga unos valores de sacrificio, trabajo, responsabilidad, honestidad y solidaridad. Si dejamos de vivir esos valores, ni el concierto ni ningún otro sistema nos sacarán de un círculo vicioso que nos llevaría a la miseria.