Una de las primera intervenciones públicas de Eider Mendoza como Diputada General de Gipuzkoa fue en el desayuno de trabajo organizado por ADEGI el 17 de noviembre de 2023. El tema del desayuno fue «Construyendo la Gipuzkoa del Futuro». Como en todos esos desayunos es habitual, los que estamos allí podemos plantear preguntas por escrito a los ponentes. Dado que el tema iba del futuro, se me ocurrió preguntar cuándo preveía que Gipuzkoa tendría un premio Nobel. Desconozco la razón por la que el moderador no consideró trasladar la pregunta a la Diputada General y me quedé sin su respuesta. Al finalizar el acto, lo comenté con un amigo y directivo de ADEGI para el anecdotario.
Ayer 30 de noviembre de 2025, mi amigo me envió un mensaje con «la respuesta a tu pregunta» y una foto de la entrevista de DV a Pedro Etxenike. En la entrevista, Etxenike decía: «En Donostia ahora se hacen tesis de vanguardia al nivel de Cambridge». Y también se preguntaba: «¿Si veremos un Nobel guipuzcoano? ¿Por qué no?» Y matizaba en la entrevista que «firmaría dos premios Princesa de Asturias en los próximos veinticinco años» ya que el Nobel es muy difícil.
Leyendo la entrevista de Etxenike, yo propongo ser más ambicioso: ¿por qué no dos premios Princesa de Asturias y un Nobel guipuzcoanos en los próximos 25 años? Yo creo que la clave para ello está en resolver problemas relevantes para la sociedad.
Etxenike menciona en la entrevista que ha invitado a visitar Donostia a Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier ganadoras del Nobel de química en 2020 por la tecnología CRISPR CAS9 para la edición genética en mamíferos superiores. Quién descubrió el mecanismo de la edición genética y la bautizó con el nombre CRISPR fue el microbiólogo español Dr. Francisco Juan Martínez Mojica de la Universidad de Alicante. El fue quién descubrió el mecanismo en las bacterias. Doudna y Charpentier fueron las que consiguieron la edición genética en mamíferos superiores, como los humanos utilizando el mecanismo descubierto por Mojica. Ellas fueron las primeras en publicar y patentar esta tecnología (en dura pugna con el equipo del Dr. Feng Zhang del Instituto Broad). Mojica no ganó el Nobel, ni tampoco patentó ninguna tecnología relacionada con su descubrimiento.
Es interesante recordar que Doudna y Charpentier son científicas e inventoras y no son una excepción. Shockley, Bardeen y Brattain ganaron el Nobel de Física en 1956 por su trabajo con transistores que patentaron. Jack Kilby ganó el Nobel de Física en 2000 por su trabajo con circuitos integrados, tecnología también patentada. Y mucho antes en 1923, Banting ganó el Nobel de Medicina por su descubrimiento de la insulina y su trabajo para curar la diabetes, patentado por la Universidad de Alberta.
Es particularmente interesante este último Nobel de Frederick Banting. Las condiciones en las que investigó están lejos de ser las ideales: calor sofocante, laboratorios no preparados y condiciones insalubres. Pero conocía el problema, había imaginado un experimento y tenía una enorme curiosidad por contrastar sus hipótesis.
Hemos mencionado que la clave para obtener premios Nobel es resolver problemas relevantes para la sociedad. La clave de la clave son personas curiosas, imaginativas y persistentes. El resto de condiciones no son esenciales.
Los Nobel son importantes porque hacen avanzar la ciencia y el conocimiento, permiten el desarrollo de nuevas tecnologías que resuelven problemas reales e importantes para la humanidad y tienen repercusiones económicas y sociales de gran trascendencia. A veces, las tres suceden a la vez y tienen como protagonista al mismo equipo de investigadores. A veces, los investigadores son unos y ganan el Nobel pero los que «andan cerca» hacen que la tecnología y su impacto sean reales.
El reto de un Nobel guipuzcoano afecta a toda Gipuzkoa y todos los guipuzcoanos.
