Comodidad, formación y emprendimiento


El pasado viernes el Presidente de Adegi se despachó con unas declaraciones sobre la juventud, la comodidad y el emprendimiento que no han dejado indiferente a casi nadie. Pello Guibelalde dijo que “los jóvenes no emprenden porque no pasan hambre y viven con gran comodidad”.

Más allá de lo acertado o desacertado de la afirmación, la declaración de Guibelalde es muy positiva pues ha abierto una conversación sobre el emprendimiento y la responsabilidad de cada uno en el fenómeno.

Unos de los primeros en saltar en pretendida defensa de los jóvenes han sido los sindicatos. LAB ha sido especialmente duro en sus críticas, calificándolas de inaceptables, injustas e hirientes. LAB ha aprovechado la coyuntura para reclamar a las Juntas Generales que reivindiquen el derecho de los jóvenes «a desarrollar su proyecto vital en Gipuzkoa y a contar con una vivienda y un empleo digno». No entiendo muy bien ni las críticas ni la reivindicación. Las críticas me sorprenden viniendo de un sindicato donde emprender debe ser sinónimo de gran traición a la clase trabajadora: uno que emprende, en realidad, trata de separarse de la clase trabajadora. El que los jóvenes no pasen hambre y vivan con comodidad es algo que no debería ser peyorativo para LAB toda vez que reivindican vivienda y empleo digno. Quizá es que creen que la afirmación no sea cierta, es decir, que crean que los jóvenes pasan hambre y viven incómodos. (Al margen, no entiendo que si los sindicatos creen que hay un derecho a vivienda y empleo dignos, no se hayan puesto manos a la obra). En todo caso, estoy de acuerdo en que las declaraciones, por lo menos, son injustas aunque por otros motivos.

En el periódico «Noticias de Gipuzkoa», dos tribunas del domingo trataban el tema. En la primera titulada «¿Qué fue de nuestro espíritu emprendedor?», el autor asumía como propias las tesis de Guibelalde afirmando «Algo se ha hecho mal en este país en los últimos años para que tengamos unos jóvenes conservadores, en el más estricto sentido de la palabra, que han eliminado el concepto riesgo que conlleva el emprendizaje». El autor finaliza el artículo achacando como uno de los principales problemas al emprendizaje el del acceso a la financiación. Para solucionarlo propone la colaboración público-privada en la creación de fondos de capital-riesgo.

La segunda tribuna titulada «Cura de humildad» , más breve y acertada, reparte responsabilidades. Adolfo Roldán escribe «no estoy de acuerdo en que esto sea un problema de los jóvenes, sino de todos»; dando a entender que no sólo el problema es de todos sino que la causa no es sólo de los jóvenes. En opinión del autor, los jóvenes padecen de manera más grave las consecuencias de la crisis y no es justo señalarlos como causa de la falta de nuevas empresas. En eso, la responsabilidad está repartida entre todas las generaciones y probablemente los jóvenes no sean la generación a la que más haya que culpar. Creo que tiene razón.

El lunes recibí la entrada del blog de Berriup que también trataba el tema desde una perspectiva diferente y muy interesante. La entrada se titula «Formar para emprender«. Su autor, Pedro Muñoz-Baroja (@MunozBaroja), sostiene que los jóvenes no hacen otra cosa que lo que nos han enseñado: «El camino estaba claramente marcado: estudiar una carrera (a poder ser Ingeniería o Empresariales) y buscar un trabajo en una buena empresa que te asegurase estabilidad para toda tu vida». Creo que también tiene razón.

Complementando a Pedro, diré que no es solo un problema de formación. También lo es de valores. Tenemos que ser capaces de abrazar la incertidumbre, el riesgo (controlado), la madurez para tomar decisiones propias, el aprender mediante prueba y error, el dejar hacer pero también la responsabilidad, el dejar hacer como jefes pero también exigir.

Por otro lado, emprender hoy es muy complicado. Es mucho más difícil que cuando Pello Guibelalde creó su empresa. La competencia en el mercado se ha sofisticado mucho.

Pretender que los jóvenes emprendan y lo hagan con éxito va en contra de la evidencia. Quienes emprenden con éxito son las personas en su edad mediana (a partir de 40 años). La fundación Kauffman dedicada al estudio y fomento del emprendimiento constató que en Silicon Valley el número de emprendedores de más de 50 años era el doble que el de menor de 25 años.

Hay un excelente libro sobre Innovación tecnológica (Inside Real Innovation) que narra cómo debe prepararse el emprendedor que quiera tener éxito. El autor recomienda que tras los estudios de doctorado (no vale con un máster), el futuro emprendedor empiece a trabajar por cuenta ajena para conocer bien el mercado y cómo funcionan las empresas de ese mercado donde el emprendedor piensa hacer carrera. Y recomienda tener tres tipos de experiencias profesionales; una primera, gracias al doctorado, en el departamento de I+D de una empresa reputada; una segunda experiencia en las operaciones para conocer los entresijos de la cadena de valor del sector; finalmente, la tercera experiencia debe ser en el departamento de ventas para conocer los procesos de venta y las redes de distribución y clientes. estas tres experiencias permiten a un emprendedor de 40 años o más iniciar una nueva empresa con riesgos mucho menores que si se lanzara al mercado nada más terminar su carrera.

Por lo tanto, si queremos emprendedores, empecemos por cultivar los valores que los hacen posibles, facilitemos la formación académica necesaria y sostengamos un tejido industrial donde estos emprendedores puedan asumir retos.

Como sociedad, como empresarios, como educadores, como directivos y como trabajadores parece que podemos hacer bastantes más cosas por el emprendizaje que los jóvenes. Esto me parece más justo.

Actualización del 7/10/2015: Pello Guibelalde pide disculpas por sus declaraciones:

«El pasado viernes, en la presentación de la Encuesta de Coyuntura, quise trasladar mi preocupación por el descenso de vocaciones empresariales en nuestro territorio, por las consecuencias que para el futuro del país y su bienestar puede tener.Considero que es un reto de país que debemos abordar entre todos. La manera en que expresé dicha preocupación no fue la más acertada y en consecuencia, quiero pedir diculpas a todas aquellas personas que se hayan podido sentir ofendidas por mis palabras.Sinceramente,no fué ésta mi intención.»

6 pensamientos en “Comodidad, formación y emprendimiento

  1. Muy acertado el enfoque con que se trata tan importante asunto. Lo comparto plenamente. Primero hay que pregonar con el ejemplo por un lado (asociaciones, centros tecnológicos, universidad, políticos, directivos, profesores ..) y a la vez intentar ofrecer oportunidades a los jóvenes profesionales para que a fuego lento vayan cocinando todo el potencial que atesoran y lo puedan sacar antes que nunca o tarde. No es cuestión de lanzarles a la selva del mercado sin experiencia, vivencias, madurez y medios.

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  2. Los problemas de los demás (jóvenes), son muchas veces reflejos o consecuencias de problemas nuestros (padres), la comodidad es muchas veces reflejo de un exceso de proteccionismo. En cuanto al emprendimiento, es un problema de todo el entorno: comienza por los padres (proteccionismo ya mencionado), por la escuela (empeñados a aprender de memoria datos, sólo datos), administraciones públicas (problemas para ser autónomos y para crear y cerrar empresas), inversores (no se incentiva a penas la inversión en nuevas empresas, es más rentable especular), cultura (no se admite el fracaso).

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    • Muchas gracias Juan. Efectivamente, entre todos nos hemos «cargado» las condiciones que facilitan el emprendimiento y, como decía Pedro Muñoz-Baroja en un tuit reciente, recuperar el terreno perdido no se consigue en «dos días».

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  3. Me ha gustado la entrada y estoy de acuerdo con las puntualizaciones que en ella se hacen. Sin embargo, me sorprende mucho que la sociedad haya tenido tanto éxito en la doma de las juventudes y haya tan pocos «rebeldes» que quieran empezar a hacer las cosas a su manera. En otros países (se me ocurre USA), los jóvenes parecen tener mucha más confianza en si mismos, (o quizás más acceso a la financiación) y el resultado es que algunos tienen éxito. Pero tal como demuestra la fundación Kauffman, un poco de experiencia ayuda mucho a definir qué quieres hacer y cómo.

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